viernes, mayo 19, 2006


Si una marca de shampoo no nos gusta, cambiamos de marca de shampoo. Y es perfectamente normal hacerlo.

Cuando un Presidente no nos gusta, cambiamos de Presidente.

Y esto que, racionalmente, es anormal, se ha vuelto una norma.

Como consecuencia, políticos y pueblo tienen resultados relativamente malos. Y caen –caemos- en la tragedia del colectivo.

Por presión de la sociedad civil, la sociedad política actuó igual a la primera ante Lucio Gutiérrez… y ¡fuera Lucio! Por la presión de la sociedad política, la sociedad civil actuó igual la primera ante Jamil… y ¡fuera Mahuad!

Pero en medio de ambas, en medio de la sociedad política y de la sociedad civil, hay un sistema que hace de catalizador. Hace de detonante. Le da validez a las decisiones. Ese es el tema de este texto.

Según la Espiral del Silencio, los medios de comunicación son los creadores de la opinión pública. Según esa teoría, la opinión dominante impone una postura y elimina cualquier otra.

Como individuos percibimos las tendencias sociales y firmemente adaptamos nuestras convicciones como resultado. Erróneamente pensamos que “cooperamos racionalmente”.

La pregunta, entonces, es: ¿son los medios los responsables?

Desde la histeria de la historia de chanchos pandilleros hasta las violaciones a la constitución y las leyes que son legitimadas por el editorial del noticiero, terminamos llevando el compás del coro”… del coro que los medios muestran a La Sociedad Karaoke.

El texto no se limita al confort del análisis político-comunicacional. Va más allá. En la segunda parte, busca justificar las acciones de los ecuatorianos con teorías evolucionistas y fisiológicas que –ciertas o no- suenan coherentes. Y hace recomendaciones concretas a marcas comerciales, en la tercera parte.

¿Son los medios, entonces, los responsables?

A descubrirlo en las páginas de La Sociedad Karaoke.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Pablo José,todos:

encuentran el libro en El Librero, Mr. Books y LibriMundi.

Anónimo dijo...

En que punto la sociedad se convierte en un ser irracional y comienza a pensar con su viceras?

La sociedad siempre piensa con el corazón. A ratos, como dice Pablo José, con las vísceras. Y, otros momentos, con los genitales.

Esto es irónico, contradictorio y anti-natura: pensar con el corazón. Lo es porque el cerebro ha dividido emociones (recuerdos, experiencias) de pensamientos.

Es más fraseología (¿marketing?)...

Es más forma que fondo... branding, si branding... vivimos la era del global branding. Entonces se puede pensar con el corazón. Ver con los ojos cerrados. Escuchar el silencio.

En que punto la sociedad se convierte en un ser irracional y comienza a pensar con su viceras?

La pregunta que hago, más bien es ¿cuando empezará la sociedad a pensar con la cabeza?

Y me respondo... nunca.

Mejor escenario es que pensar/sentir sean una sola dimensión -como el espacio/tiempo de Eisntein-.

Unknown dijo...

¿es realmente posible que el consumidor nunca pueda pensar con la cabeza y se deje llevar por factores externos que gustan interiormente y llenan de emociones que racionalmente no nos convienen, pero que sin embargo las acuñamos y las hacemos florecer..?

No es posible, es.

Simplemente es.

Anónimo dijo...

Creo que Seminario ha roto el marco de referencia marxista para hablar de sociología desde una perspectiva distinta, una en la que todos podemos ser parte, como audiencia. En el Ecuador pareciera que sólo era posible analizar la política o la economía desde el punto de vista de la lucha de clases y nada más. A tal punto que cualquier disidencia era hecha a un lado por la intelectualidad izquierdista que se ha apropiado del debate bajo términos abusados como "lo neoliberal, el imperialismo o la solidaridad, la soberanía', etc.. En ese sentido encuentro una brizna de aire fresco al leer La Sociedad karaoke. Seminario ha demostrado que es posible enfocar la mediología hacia el estudio de los contenidos sociales, cualquier que estos sean. Después de todo, cualquier cosa de la que se hable es como la letra e una canción que nunca terminamos de aprenderla o que no tenemos tiempo de memorizar al pie de la letra, pero cuya melodía se pega en nuestra memoria y nos acompaña como un nuevo contenedor más que contenido, como un nuevo envase dentro del cual caben nuevos temas, nuevos enfoques, nuevas salidas del marco vigente. Ese es la mayor contribución de este libro -más allá de que estemos en desacuerdo con los lyrics-. Saludo la rotura, con buen ritmo, tempo e intervalos, del paradigma marxista que monopoliza y aplasta todo estudio de la sociedad dentro del Ecuador y gracias al cual seguimos dando vueltas sin ir a ningún lado. Celebro, por tanto, la aparición no de una nueva voz, sino de un nuevo aparato para que las voces disidentes sean escuchadas, fuera del molde imperante e imperativo con que los marxistas nos encuadraron y gracias al cual se repiten en eterno retorno los mismos discos rayados del ayer.

Paul T. Goya
San Antonio, Texas