Otra noche de copas. El bar está a full. "Hola soledad, no me extraña tu presencia...", Alci Acosta te da la bienvenida. Tampoco te sabes esta la canción, pero la has oído. La has oído... como no, es un clásico.
"Hola soledad, esta noche te esperaba, aunque no te diga nada, es tan grande mi tirsteza, ya conoces mi dolor..." las letras están proyectadas en los televisores de siempre.
Todos cantan, "...este encuentro es uno más..." y cantas.
¿Dónde has oído ese coro? ¿Quién escogió la canción? No importa quien la escogio porque todos, incluso tu, cantan. En 1838 un escritor estadounidense, James Fenimore Cooper, publicó The American Democrat. En ese texto sostuvo que “es un defecto común de las democracias el que la opinión pública sustituya a la ley. Esta es la forma usual en la que las masas de gente exhiben su tiranía.”
Tiranía o democracia, yo prefiero imaginar una epidemia.
Una epidemia como la del bostezo... o la de los desconocidos que te acompañan en el bar karaoke. Nada es tan contagioso. Un bostezo, una risa, una canción en un bar karaoke... una emoción. Nada tan contagioso como una emoción. Es más, el bostezo es emocionalmente contagioso. De hecho, estoy seguro que algunos lectores, con sólo leer la palabra "bostezo"…bostezaron. Para algunos antropólogos, bostezar es una forma de comunicación inteligible.
Por cierto, también bostezan los perros y los gatos. Ratas, ratones y conejos bostezan. Incluso reptiles y monos. Un dato curioso adicional, los machos (incluido los hombres) bostezan más que las hembras… y si, el sexo tiene que ver pues estudios confirman que se debe a la acción de la testosterona y que el bostezar guarda estrecha correlación con periodos de excitación sexual (pero eso es otra historia).
Más allá de esto, lo importante es que desde el punto de vista psíquico y funcional, el bostezo -en el humano- es el mejor ejemplo de un acto motor estereotipado y contagioso. Emocionalmente contagioso. Como animales gregarios, que somos, estamos/somos sujeto de las pasiones del grupo en su violencia y en su pánico… o aburrimiento, hastío, o fatiga.
Es más, los cues no verbales son más importantes que los verbales. Los movimientos físicos básicos tienen un efecto intenso y complejo en nuestros pensamientos y sentimientos.
Pues bien, es innegable la función social del bostezo. Y es innegable que –entre ustedes- unos bostezaron al leer la palabra la primera vez, otros bostezaron al ver a quienes bostezaron y otros lo hicieron con efecto retardado. Guardando las distancias, es lo que los sociólogos llaman el Modelo de Difusión. ¿Conoces el Modelo de Difusión?
Es el que sostiene que hay varias instancias en las que una idea comercial o una innovación es aprehendida por una población. Están los innovadores (que se aventuran a probar), los early adopters (líderes de opinión), la mayoría temprana, la mayoría tardía (ambos nunca probaría nada hasta que los líderes lo hayan probado y comentado)y los laggards (el grupo más tradicional, que no ve una necesidad de cambio).
Así como el bostezo… las ideas y las marcas y los mensajes y las conductas se desarrollan como los virus (esta es la primera conclusión del libro La Sociedad Karaoke). De innovadores a early adopters a las mayorías. La otra conclusión es que las ideas y las marcas y los mensajes y las conductas se contagian por la influencia de nuestro entorno, del contexto inmediato y de las personalidades que nos rodean.
Un poco como un rumor. Que un rumor es una epidemia de ideas y mal-conceptos que terminan predisponiendo una actitud hacia alguien o algo. Máxime cuando los filtramos a través de nuestras experiencias, conocimientos o sentimientos.
Cuando cantamos por segunda vez la misma estrofa de una canción nos sale mejor. Ya conocemos la melodía, dónde van las inflexiones de voz, dónde enfatizar el sentimiento. Ya hemos visto como se comportan los demás cantantes del bar karaoke. Ya sabemos, entonces, que se espera de nosotros... "...y con temblorosa y recortada, escucha triste hermano esta horrible confesión..."
En un bar karaoke asimilamos las conductas, poses, y cánticos o salimos porque nos sentimos out. "...al verla con su amante, a los dos, los maté, por culpa de ese infame... moriré..." Y esta asimilación a una conducta colectiva es generalizada… por ejemplo, un padre de familia, clase media, conservador, flemático, va al estadio el domingo y se transforma en un rudo y gritón fan.
En un karaoke se espera que cantemos. Más fuerte, más alto, con más feeling. "...al verla con su amante, a los dos, los maté, por culpa de ese infame... moriré..." Y para hacer oír nuestra voz, personalizamos un poco el canto. Pero sólo un poco. Somos parte del “nosotros”.
Sales del bar con el coro en la cabeza... "aturdido y abrumado..."
Duermes unas horas. 6h55 suena el despertador., otra vez. Es jueves. Enciendes la TV. El mismo entrevistador pregunta y responde, él mismo, al entrevistado. No te sabes el contenido del tema, pero lo has oído. Conoces como va el coro y cantas. Cantas en la ducha "...no te apures compañero, si me destrozo la boca, no te apures que es que quiero, con el filo de esta copa, borrar la huella de un beso traicionero que me dio..."
No lo sabes. Pero eres un protagonista de La Sociedad Karaoke. Sales al trabajo y llevas claro el coro... "no al TLC, fuera la Oxy, sírveme que me destroza esta fiebre de obsesión...". Cantas camino a la oficina, "no al TLC, fuera la Oxy... quiero sangrar, gota a gota, el veneno de su amor..." No importa si desconoces el contenido del resto.
Cantas. No piensas en la letra, cantas.
"...moooozo, sirveme en la copa rota, sírveme que me destroza esta fiebre de obsesión..."
Sólo cantas.
miércoles, junio 21, 2006
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1 comentario:
Creo que en la fantasía de esa canción radica -aunque sea brevemente- la esperanza de que la soledad sólo venga de visita.
Cordialmente,
Yo.
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