Se ha congelado el ordenador. Le tuve paciencia de santo, pero… ni hablar. Traté de escribir “Lecciones de octubre 15”. “Lecc…” no, no marca nada. Está en huelga de teclas caídas. He de reiniciarlo. Pulso Control-alt-supr a la vez. Aparece el dialog box del administrador de tareas. Aparece el listado de aplicaciones: Word, política, i-tunes.
Dejo encendida la música.
Pulso Control-alt-supr word. Así, reinició el procesador de palabras. Saenz canta. “…
pero mi voz no te la vendo, cuenta. Y lo que opinen de nosotros, léeme los labios, yo no estoy en venta…”. Continúo pensando en antes y después de octubre 15 de 2006.
Para empezar, no es lo mismo… fue distinto.
Alvaro Noboa, primero. Rafael Correa, segundo. Gilmar Gutiérrez, tercero. León Roldos, cuarto. Cynthia Viteri, quinta. Y los demás... detrás.
He escuchado tanto esto del contrapeso del binomio en política. Si el candidato presidencial es de costa, el candidato vicepresidencial debe ser de la Sierra, decían. Si el candidato presidencial es joven, el VP debe ser viejo, aseguraban. Si el candidato presidencial es hombre –idealmente-, el VP debe ser la VP, pronosticaban.
Si es blanco el uno, entonces sea verde el otro. Si es político uno, entonces sea empresario el otro. Si es conectado el uno, entonces sea desconectado el otro. El contrapeso que diera equilibrio, decían.
¿Se equivocaron los politólogos, politeístas, políticos? ¿Se equivocaron los asesores, consultores, promotores?
Álvaro Noboa pasa a la segunda vuelta con un binomio de su misma tienda política, de la misma región geográfica (y misma ciudad), y del mismo género.
El mejor candidato vicepresidencial no existe. Punto.
En la práctica tampoco es eficiente tener un VP cuya mejor función sea esperar sentado el ocupar, por ausencia, la presidencia. Y –como dicen- el que espera desespera… de allí que… bueno, esa es otra historia.
El mejor candidato vicepresidencial no existe porque los electores votan por el candidato a presidente. El mejor candidato vicepresidencial no existe porque los electores escogen un líder (no un equipo de líderes… eso no existe en el imaginario de los ecuatorianos).
Obiter dicta: líder. No eligen, los ecuatorianos, a un secretario. No eligen a un demócrata preguntón. No eligen un encuestador. Eligen una autoridad; a quien ostente un poder otorgado por todos en las urnas.
Y autoridad tiene la raíz en la palabra autor. Y autor es quien crea, quien origina.
León Roldós debilitó su propia campaña cuando empezó a responder cada tema de importancia vital con la evasiva percibida de enviarlo a consulta.
Los electores eligen un Presidente que tome decisiones, que sepa mandar y que sepa hacerse obedecer. Lo que me lleva a la siguiente reflexión.
¿Es cuestión de autoritarismo o de convencimiento?
Mi vaio canta con Aureo Baqueiro “…
la vida es así”. Pensé en dejarlo claro. Los electores compran con su voto la esperanza concreta de empleo, casa, seguridad, que le ofrece un candidato No es cuestión de palabras, solamente.
Pensé en dos implicancias –más allá de que tendría que explicar el que no sea cuestión de palabras solamente-.
Primero: los electores compran con su voto una esperanza, si… pero deben creer en quien la ofrece.
Las ofertas de Lucio, a través de Gilmar, pusieron a Gutiérrez tercero.
Segundo: los electores compran con su voto la esperanza de algo concreto. Interesante dicotomía entre conceptos antípodas un forman un todo. La esperanza es abstracta pero la promesa electoral debe ser concreta.
La Asamblea de Correa era más concreta que la consulta de Roldós. Las 300 mil viviendas de Noboa eran más concretas que la Asamblea de Correa.
¿Cuestión de concreción o cuestión de inversión?
Cuestión de dinero, no fue. No lo fue para Gutiérrez, quien empezó tarde, invirtió poco en pocos medios y llegó tercero.
Despacio. Se dice que para enfrentar un proceso se requiere de cuatro elementos: candidato, dinero, estructura y campaña. Si hay los cuatro, el éxito está asegurado.
Rafael Correa dijo que su campaña fue financieramente modesta. La de Álvaro Noboa, evidentemente, no lo fue. La de Gilmar Gutiérrez tampoco. Y León Roldós dijo que su campaña no era marketing (suspiro condescendiente).
Rewind. No es cuestión de palabras, solamente. Si fuese así, todos los candidatos que hablaron de cambio debieron pasar a la segunda vuelta. Pero… epa!... todos hablaron, en su estilo, de cambio. Cambio para volver a tener patria, cambio con rostro de mujer, cambio sin autoritarismos, cambio, cambio… cambio…
Cambié de tema. Mientras Ella Baila Sola, pensé –igual- que “
esto se acabo. Nada es tuyo, nada es mio” y que probablemente Cynthia debía repartirse los amigos para avanzar en la vida política.
Estaba cantado, y no en mi i-tunes, que la política y los partidos tradicionales y los políticos –como tal- estaban desgastados. PRIAN, Alianza País, Sociedad Patriótica son partidos relativamente nuevos. Partido Social Cristiano, Izquierda Democrática son partidos viejos (a pesar de existir no más de una generación o poco más).
Un momento… pero, ahora que lo he pensado, ¿no era la oportunidad de las mujeres? ¿Qué decían los triunfos de Bachelet o de Merkel?
Cynthia Viteri empezó a apelar al género directo, concreta, decididamente, hacia el final de la carrera electoral. Habló del cambio con rostro de mujer, y no fue suficiente.
¿No la apoyaron las mujeres? SI, en parte. 60% y más de su voto fue femenino… pero quedó en quinto lugar; ergo, no todas las mujeres se pusieron de acuerdo en votar por otra mujer. Debió tener razón Víctor Hugo, “
hay tantas mujeres bellas, pero no hay perfectas…”
Presté atención a las letras de la canción. “…
buscan soluciones”, decía Ubago, “con
el racismo hay que acabar; y no saben todavía por donde van a empezar…”
Empezaron por donde terminaron. Usando el discurso como recurso. Y pensé que no valía la pena regresar al tema de los contenidos, pero… ¿qué hay de la confrontación?
Dos candidatos se quisieron parecer a Marte -el dios de la guerra-. Uno se autocalificó de tigre. Grrrrrrrrrrr! Pero dos es mucho, sólo uno lo hizo bien y ocupó ese espacio en el imaginario colectivo.
Que fobos y deimos hayan participado de la última contienda hasta octubre 15 no debía ser novedad. Siempre ha estado presente. Que el miedo o el pánico fuesen eficientes en alguna instancia si fue novedad. Meter miedo a los electores del otro candidato para capitalizarlos no le funcionó a Abdalá frente a Borja en 1988; meter miedo al comunismo, al "no al TLC", no a todo fue un si para ayudar a Noboa a subir.
Vamos por partes, la teoría decía que los ecuatorianos estaban cansados de los políticos. Estaban hartos del show, de la confrontación, de las campañas agresivas.
León Roldós fue aconsejado a no enfrentar, no confrontar, no discutir. Roldós no polemizó. Correa fue muy agresivo. Y Noboa fue lo suyo. Los dos últimos pasaron a la segunda vuelta.
¿Y las encuestas?
David Ogilvy, un publicista inglés, decía que debemos usar los sondeos como un borracho usaría un farol… para apoyarnos en él. No más. No menos.
Al final, pensé, ¿qué queda?
Queda un país dividido entre propuestas de derecha conservadora y de izquierda y centro-izquierda para la segunda vuelta (Alvaro Noboa vs. Rafael Correa); pero dividido entre tres fuerzas en el ejercicio del poder (PRIAN vs PSP vs. Rafael Correa).
Quedan unas encuestadoras con mala imagen, un Tribunal Electoral enervado, un país esperanzado.
Queda el enfrentamiento entre un discurso de cambio racional y otro de cambio radical. Y queda una campaña dónde los candidatos deben acercar más votos y alejar menos, en una suerte de poligamia.
Queda la imagen de un candidato con un familia como angel de la guarda; y otro con su familia -estratégicamente usada, dijo en Contacto Directo- viendo hacia otro horizonte. Queda un candidato viviendo, en campaña, la pobreza; y durmiendo en casa de caña; y otro ratificando que es lo que es...
Hummmm, un pensamiento lúdico cruzó mi cabeza... ¿y si Alvaro invita a Rafael a pasar la noche en su casa, qué pasaría? ¿Y si Alvaro invita a la familia de la Trinitaria a pasar la noche en su casa, con quien preferiría dormir esa familia?
Apago i-tunes. Cantaba Gustavo Ceratti. Dejo al aire sus últimas letras, "
el diablo no es más que un ángel con ansias de poder"
Al final, queda la impresión que la política ecuatoriana, como la conocíamos, ha terminado. Sólo para empezar, otra vez. Ya decía Kafka que "
tras toda revolución tan sólo queda el fango de una nueva burocracia".
En fin, pulsaré con tranquilidad Control Alt Spr política.