martes, noviembre 13, 2007

ARTÍCULO PUBLICADO EN LA EDICIÓN 1 DE LA REVISTA VENTAS



Cuando el editor me invitó a escribir sobre “La situación política actual del Ecuador” pensé que la mayoría de ustedes –especialistas de ventas técnicas y profesionales- sabrían mejor que yo qué sucede realmente. Y es que la situación política, como la situación económica, la perciben en el día a día. Ustedes la intuyen en las ventas o en las objeciones.

Así que daré un giro al tratamiento del tema. Voy a escribir sobre la situación actual del Ecuador, así…. Simple. Y empiezo por concienciar que la mayoría de ecuatorianos quiere un cambio.

Cambio. Palabra desgastada, reencauchada, y actualizada.

Cambio, ¿hacia qué o hacia dónde? ¿Cambiar qué? ¿Cambio político, económico o social? Y luego, ¿qué tipo de cambio? ¿Cambio radical, progresivo o mínimo? ¿Todas las anteriores? ¿Ninguna de las anteriores?


La mayoría de ecuatorianos quiere un cambio, dicen las encuestas. La Asamblea es el camino hacia el cambio, dijo el candidato presidencial ganador. Luego, la mayoría de ecuatorianos quiere la Asamblea.

Las preguntas obvias son ¿quiénes son la mayoría? Y ¿cuál es el cambio que esa mayoría quiere?

No voy a responder aun quienes son, voy a plantear qué quiere la mayoría de ecuatorianos. ¿Quiere cambio de modelo económico? ¿Quiere un socialismo del siglo 21? ¿Quiere otra moneda? ¿Qué quiere? Quiere empleo, seguridad, salud, vivienda, educación. Temas concreto que una abstracción como la Asamblea –por sí.-, no resuelve (y ese es parte del problema).

La mayoría de los ecuatorianos quiere, según una encuesta cuya fuente no puedo revelar, que se mantenga el dólar como moneda de uso corriente. Más del 80% de los encuestados dijo que se debía mantener el dólar. Y esto no es sorpresa. Con la dolarización, la pobreza en Ecuador ha bajado casi a la mitad (de 8 de cada 10 en el 2000 a 4 de cada 10 en el 2005) medido sobre los ingresos, según el INEC. Con la dolarización, la inflación se ha reducido del 100% (2000) al 2% (2006). Sí, hay más capacidad de compra… ustedes lo saben bien. Pero también saben que la inseguridad del contenido de la Asamblea ha restringido un poco el consumo.

La mayoría de ecuatorianos quiere un cambio en el modelo de administración pública. Quiere autonomías, porque sabe que el modelo centralista está agotado. Pero esto tampoco se está discutiendo.

Punto de orden. ¿Asamblea o no asamblea? Más allá de la legalidad, constitucionalidad o inconstitucionalidad del tema, están las expectativas del pueblo (como llaman los políticos a los ecuatorianos y ecuatorianas).

¿Un país más a la izquierda? ¿Un país más a la derecha? Alguien decía que los ciudadanos debemos temer que la derecha sea muy diestra o la izquierda muy siniestra. Ni un zurdo come con la izquierda.

Probablemente ustedes, en sus rutas de ventas, en sus conversaciones cotidianas, hayan escuchado qué quieren los ecuatorianos. Y probablemente lo que escuchen sea empleo, mejores condiciones de vida, mejores ingresos, más seguridad, más oportunidades, y alguna que otra crítica a los partidos políticos tradicionales y a los congresistas. La gente, en su mayoría, cree que la Asamblea le dará trabajo. Cree que la Asamblea le dará bienestar. Cree que la Asamblea le dará seguridad. ¿La verdad? La Asamblea, incluso la de plenos poderes, no está en capacidad práctica de hacer aquello.

¿Por qué, entonces, pedirle peras al olmo? Tengo una tesis. Está basada en lo que los psicólogos llaman el triángulo dramático. Imaginen un triángulo (cualquier tipo de triángulo). En un vértice están las víctimas, en otro vértice están los victimarios y en el tercero está el salvador. En un vértice está el pueblo ecuatoriano (la víctima), en otro vértice están los congresistas, la partidocracia, los malos políticos (los victimarios), y en el tercer vértice está Rafael Correa y la Asamblea (el salvador). Esta visión mesiánica de la Asamblea es inevitable –sobretodo cuando vemos que uno de los victimarios (culpables) se sube el sueldo $ 1.000 cada uno; negocia Contralor, fiscal o TSE; se reúne en un salón de hotel por temor a los ciudadanos-.

Otro tema, hablando de política. Ya ahora trataré el tema de la gente. Del “quienes”. La gente se relaciona con la política y sus ideologías a nivel inconsciente a través del marco metafórico de lo familia. Es en la familia donde aprendemos a socializar, aprendemos la cultura política del país, dónde aprendemos los valores de cada institución. Perdón, era. No es (presente), era (´pasado) porque las familias de hoy ya no son como las de ayer.

Un instante para el recuerdo: aprendí de mis padres el respeto a la autoridad, a darle importancia a la institucionalidad, aprendí principios y valores.

Volvamos al presente pues la familia ya no es más la familia tradicional. En Ecuador trabajan padre y madre, cuando viven ambos en el país. En Ecuador la mayoría de las familias se ha desmembrado. En Ecuador, los jóvenes de hoy descubren en el cole que sus maestros saben más, por lo tanto tienen más credibilidad (y autoridad) que sus padres. En Ecuador, los jóvenes están preocupados de su futuro, de sus estudios, de tener –o no- trabajo, de la farra, del sexo, del reggaeton, de consumir.

Al inicio preguntaba “¡quiénes son la mayoría?”. Ellos son la mayoría. Los electores del país son cada vez más jóvenes (más del 40% tiene menos de 43 años). Los jóvenes ecuatorianos son más urbanos, más independientes, más laicos. Son más educados y están más informados. Y sobretodo –sobretodo- no le temen al cambio… porque su vida es, ha sido, un constante cambio.

Esto también explica porqué, cada dos años, cambiamos de presidente… y ya.

Un tema final. Cuando el editor me invitó a escribir sobre “La situación política actual del Ecuador” para una revista especializada pensé, ¿por qué hablar de política en una revista de ventas? Más allá de la verdad de Perogrullo (aquella que sostiene que la política afecta todos los ámbitos de nuestra vida), está otra realidad.

Y creo que esto, así como el ejercicio del triángulo dramático, puede servirles de herramienta para vender más.

¿Por qué hablar de política? Porque estamos enmarcados en ella. Quien primero habló del tema “enmarcar” (framing en inglés) fue George Lakoff. ¿Qué es esto de framing? Pues tiene que ver con la selección del lenguaje para ajustar asuntos generales a historias personales. Es una tesis que trata sobre la manera en que la mente procesa las metáforas (ideas abstractas). Mejor pongo un ejemplo: la mejor manera de vender la Asamblea Constituyente era promover la idea que los ecuatorianos no teníamos patria. Así, apelando además al instinto, se movieron votos a favor de un candidato… y se mueven voces a favor de una Asamblea.

“Para volver a tener país” es una metáfora. Nunca hemos dejado de tenerlo. Talvez no sea como todos quisiéramos, pero… ¿se ha ido a alguna parte? No. Y sin embargo funcionó muy bien.

Pues nada, así como nos enmarcaron la propuesta de la Asamblea en la necesidad de tener un país; así hemos enmarcado la discusión de lo y la política en la necesidad de estar in. ¿O acaso cuando a alguien le hablamos de política, y nos desvía el tema, no pensamos mal de él o ella? “Hummmm”, pensamos, “este no sabe nada... y ahora, ¿de qué le converso?”.

Entonces entiendo lo de la política entre estas páginas. Y les doy unos tips: hablar de la Asamblea será tema in, de moda, es estar en onda Hablar del presidente Correa es in. ¿Venezuela? In. ¿Importancia de los medios de comunicación y su influencia en la sociedad? In. Hablar del Congreso es out. ¿Modelo bolivariano? Out. ¿Izquierda? Out.

En fin, por política editorial (dale con lo de la política), ahora debo pedirles comentarios. Así que, a favor o en contra de la Asamblea, in o out, de acuerdo o en desacuerdo, escríbanme a seminario.andres@gmail.com

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