Un estudio de Scherer and Sagarin (circa 2006) reveló que usar palabras subidas de tono ayuda a cambiar la actitud de la audiencia.
Y ustedes pensarán que insultar le resta credibilidad al expositor o al mensaje.
Todo lo contrario. Cuando un expositor usa una palabreja aquí o allá, la audiencia lo percibe como intenso. Y cuanto más intensidad -o pasión- más capacidad de persuación del mensaje y del mensajero.
Scherer and Sagarin dividieron a 88 participantes del estudio en tres grupos. Los tres grupos escucharon un mismo discurso, excepto por un pequeño ajuste. El primer grupo escuchó un discurso que tenía la palabra "damn" al inicio.
Traducción literal de "damn" es maldito.
Por cierto, los latinos tenemos mejores formas de ser expresivos.
El segundo grupo escuchó el mismo discurso con la maldición al final. Y el tercero, escuchó el mismo discurso, sin la palabreja.
Cuando le preguntaron a los participantes del estudio sobre su actitud frente a sendos discursos, los grupos uno y dos -quienes escucharon la palabreja- revelaron sentirse más influidos por el mensaje.
Ninguno de los grupos uno y dos, percibieron que la credibilidad del mensaje o del emisor se enervaba por usar algún tipo de insulto. Es más, revelaron que percibían al expositor como más intenso, más apasionado, convencido.
El punto es que un expositor que incluye en su disertación alguna expresión un poco subida de tono es percibido como sincero. Y por lo tanto, comunica más, influye más, persuade más. Mierda !