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sábado, enero 07, 2012

Recibí comentarios a la obra.

Luego pensé que debía reproducirlos acá.

No pedí autorización para hacerlos públicos, así que mantendré en el anonimato al remitente (hasta que así lo decida la persona que me escribió).


Estimado Andrés, 
Primero, mis disculpas por la demora en escribirle mis comentarios sobre su libro La Sociedad Karaoke.  
Lo terminé de leer a las pocas semanas, por suerte siempre acostumbro a resaltar las ideas que considero más importantes y eso me ha servido para recordar y escribirle mi opinión. En realidad, su obra me pareció, en una sola palabra, NECESARIA. 
Su teoría de que los medios marcan las pistas de las canciones que tararea la sociedad me pareció una propuesta interesante, pero discutible en la medida en que yo pienso que los medios se alimentan de la sociedad y viceversa, en un ciclo que no termina, pero que sí evoluciona según el modo en que las sociedades también lo hacen.  
En este sentido, lo más que gustó fue la discusión interna (primero negación y luego grandes cuestionamientos) y el posterior análisis y reflexión en que me involucré a medida que leía su obra.  
Fue enriquecedor transportarme mentalmente al mundo de la publicidad para entender que es un principio que aplicamos todos los seres humanos en nuestras vidas diarias, seguramente sin darnos cuenta ni con la misma metodología que aplican los profesionales, pero sí con la misma intención y algunos, incluso, con mala intención. Por eso es que la publicidad, como usted recalca, no tiene nada que ver con lo creible y la verdad. 
Su obra aporta en lo académico, sociológico y científico. Nos ofrece una visión que puede explicar por qué actuamos como actuamos y preguntarnos ¿por qué somos así? 
Usted argumenta algunas razones (desde lo sociológico), pero lo mejor no es aceptarlas sino hacer el ejercicio de pensar si sus razones son las mías; si hago ese ejercicio -que de seguro no lo harán muchos- llegaré a mis propias razones y así podría cantar mi propia canción y no, simplemente, tararear las pistas de una sociedad karaoke.

Luego sus saludos y mis gracias.

viernes, enero 28, 2011

...que buen discurso, carajo!

Un estudio de Scherer and Sagarin (circa 2006) reveló que usar palabras subidas de tono ayuda a cambiar la actitud de la audiencia.

Y ustedes pensarán que insultar le resta credibilidad al expositor o al mensaje.

Todo lo contrario. Cuando un expositor usa una palabreja aquí o allá,  la audiencia lo percibe como intenso.  Y cuanto más intensidad -o pasión- más capacidad de persuación del mensaje y del mensajero.

Scherer and Sagarin dividieron a 88 participantes del estudio en tres grupos.  Los tres grupos escucharon un mismo discurso, excepto por un pequeño ajuste.  El primer grupo escuchó un discurso que tenía la palabra "damn" al inicio.

Traducción literal de "damn" es maldito.  
Por cierto,  los latinos tenemos mejores formas de ser expresivos.

El segundo grupo escuchó el mismo discurso con la maldición al final.  Y el tercero,  escuchó el mismo discurso, sin la palabreja.

Cuando le preguntaron a los participantes del estudio sobre su actitud frente a sendos discursos, los grupos uno y dos -quienes escucharon la palabreja- revelaron sentirse más influidos por el mensaje.

Ninguno de los grupos uno y dos, percibieron que la credibilidad del mensaje o del emisor se enervaba por usar algún tipo de insulto.  Es más, revelaron que percibían al expositor como más intenso, más apasionado, convencido.

El punto es que un expositor que incluye en su disertación alguna expresión un poco subida de tono es percibido como sincero.  Y por lo tanto, comunica más, influye más, persuade más.  Mierda !